sábado, 3 de mayo de 2014

¡¡ He aprobado !!

Este proyecto me ha resultado bastante complicado debido a la controversia que siempre genera el tema relacionado con la evaluación.
Una de las lecturas que me han llamado más la atención es el artículo de Paco Espadas, sin duda alguna relata y describe con exactitud el dilema de las calificaciones en el sistema educativo.
En el entorno relacionado con el aprendizaje, la palabra calificación infunde miedo, respeto y equivale a sinónimos como etiquetar y seleccionar.
Los docentes nos convertimos en jueces, capaces de separar a los buenos respecto a los malos y los alumnos se transforman en simples acusados sin defensa alguna, donde los menos favorecidos son los jóvenes de menor valoración cultural y social.
Nos obligan a ir a la escuela desde pequeños y encima en muchos casos utilizan las notas en forma de castigo.
El maestro se encuentra en una encrucijada  con poca salida, a pesar de que gran parte del profesorado utiliza y requiere pruebas y actividades fáciles de puntuar para desarrollar el proceso de calificación.
Habitualmente se persigue una meta injusta para el alumno que impide su propio aprendizaje, convirtiéndose en una espiral de frustración para docente y discípulo.
Hay que impedir que la evaluación se transforme en un acto poco objetivo y con escaso rigor, donde la distancia entre los alumnos determina el grado de éxito de los supuestos buenos y los supuestos malos.





Paco Espadas nos propone algunas soluciones para combatir el caos que se produce en la escuela en materia de calificaciones, la que más me convence es la de hacer participe a toda la comunidad educativa y convertir la evaluación en una tarea compartida y consensuada a la hora de afrontar el sistema de calificaciones; otra solución atractiva desde mi punto de vista es el sistema de autocorrección para fortalecer la unión dentro del núcleo educativo.
También me convence la observación realizada por Fernando García Gutiérrez, que afirma con rotundidad que evaluar solo la memoria con un número es una ordinariez.
Otro aspecto significativo es cuando nos detalla la historia vivida con una alumna suya, donde el consideraba justo que repitiera curso y tras dialogar con ella la hizo pasar de curso, y hoy día forma junto a sus compañeros un grupo genial de trabajo.
Vivimos en una sociedad dominada por un sistema con poder absoluto para escoger individuos y producir una segregación escolar y cultural.
Son las propias instituciones las que obligan al profesorado a calificar a unos alumnos, convirtiendo al maestro en personal destinado a seleccionar especialidades y mano de obra futura.
Las notas en la escuela se han convertido en una tradición en forma de ritual que se produce cada trimestre con el consentimiento de la sociedad y la sonrisa marcada en el rostro de unos padres cuando reciben en casa el aprobado de sus hijos reflejado en un mísero papel. 
Evaluar es emitir juicios de valores que descansan muchas veces en la interpretación del maestro.
Evaluar es valorar, pero el problema llega en educación, pues esta valoración se realiza sobre cosas no materiales imposibles de medir.
Hay que intentar valorar el aprendizaje en su justa medida, algo complicado y quizás poco objetivo debido a que siempre resultara difícil entender si los planteamientos propuestos se han cumplido.
Ya he hablado en alguna ocasión de la importancia del maestro para un niño de primaria, no permitamos que la evaluación se convierta en una rocosa montaña que separe dos caminos predestinados a compartir sentimientos y emociones.




1 comentario:

  1. Estupendo, José Luis. No es fácil desprenderse de todo lo aprendido en la escuela a lo largo de la vida, y la idea de la calificación e uno de los aprendizajes mejor adquiridos por todos.
    Las dos entradas anteriores están muy bien. Compartimos gustos musical por lo que se ve.
    Los cuatro elementos de la creatividad son claves, efectivamente. En la programación de un maestro no deberían faltar espacios y tiempos para promoverlos y permitir que cada cual pueda crear, sea en la disciplina o en el área de conocimiento o de expresión que sea.
    Buen trabajo.

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